Introducción: un postre que enamora generaciones
El flan de leche condensada es uno de los postres más icónicos y queridos en la gastronomía de muchos países hispanos. Su textura cremosa, su sabor dulce y su irresistible caramelo lo convierten en el broche perfecto para una comida familiar o una celebración especial. Prepararlo en casa es mucho más sencillo de lo que parece, y con unos pocos ingredientes puedes lograr un resultado espectacular.
En este artículo descubrirás todo lo relacionado con el flan de leche condensada: desde su origen hasta la receta paso a paso, incluyendo trucos, variaciones y consejos para que siempre quede perfecto.
Historia del flan de leche condensada
El flan tiene raíces que se remontan a la antigua Roma, donde se preparaba una mezcla de huevos, leche y miel cocida al horno. Con la llegada de la Edad Media, este postre evolucionó y se popularizó en Europa, añadiendo azúcar y caramelo.
La leche condensada, inventada en el siglo XIX como método de conservación, transformó por completo esta receta. Su dulzor y cremosidad permitieron crear una versión mucho más rica y consistente. Desde entonces, el flan de leche condensada se convirtió en un clásico que traspasó fronteras y se adaptó a distintas culturas.
Ingredientes básicos del flan de leche condensada
Lo maravilloso de esta receta es que se elabora con ingredientes simples, fáciles de encontrar en cualquier despensa:
1 lata de leche condensada (aprox. 397 g)
1 lata de leche entera (usa la misma medida de la lata de leche condensada)
4 huevos grandes
1 cucharadita de esencia de vainilla
150 g de azúcar para el caramelo
Estos ingredientes básicos son suficientes para lograr un flan tradicional, pero también se pueden añadir otros elementos para personalizarlo, como ralladura de limón, canela o coco rallado.
Cómo preparar el caramelo para el flan